Editoriales

La educación a la que aspiramos en 2018 / Horacio Erik Avilés Martínez

Nuestro colaborador de Atiempo.mx, Horacio Erik Avilés, es presidente de Mexicanos Primero en Michoacán; fue director del Polifórum Digital de Morelia; y, actualmente es secretario técnico del Consejo Ciudadano de Morelia
Nuestro colaborador de Atiempo.mx, Horacio Erik Avilés, es presidente de Mexicanos Primero en Michoacán; fue director del Polifórum Digital de Morelia; y, actualmente es secretario técnico del Consejo Ciudadano de Morelia

Las acciones que como ciudadanos debemos de implementar para lograr la transformación educativa en el nivel de responsabilidad entre nuestros próximos gobernantes habrá de ser disruptiva y radical, porque la situación no merece otro tono.  Solamente así podremos construir la educación que todos queremos y  merecemos.

Morelia, Michoacán, 08 de enero de 2018.- Este 2018 debemos de construir nosotros mismos la esperanza educativa. Nos ha quedado claro como pueblo que la educación es demasiado importante y trascendente como para dejarlo en manos de la partidocracia, que sin la participación ciudadana ha demostrado muy pocas acciones generadas motu proprio para el desarrollo educativo nacional.

El contexto político aún es, por lo menos, nebuloso. Considerando el nivel de debate hacia la construcción de prospectiva educativa para la nación resulta deplorable la subterránea altura de las precampañas electorales que se emprenden en estos momentos, en las cuales el tema educativo solamente sirve de ariete para golpearse entre sí, cuando secretarios de educación presentes y pasados, olvidando la investidura que ello les confiere, se suben al ring político sin quitarse el membrete, usando el solio de Vasconcelos para arremeter contra quien se interponga en su camino hacia la consecución, preservación y acumulación de poder.

El escenario financiero para la educación estatal pinta aún más gris que el del año pasado. A los fenómenos del dominio público se suma la inestabilidad que generará la  ya inocultable inflación, que aunada a la polarización de todos los actores de interés en la nación, que  contribuyen a la efervescencia electoral y la latente posibilidad de conflictos en torno a la misma, situación que en caso de que permanezcamos indiferentes a la misma llevaría una vez más a la subordinación del sistema educativo y su política pública a los intereses político-electorales.

Ante ello, el sistema democrático en nuestra nación necesita cimentación profunda y la contribución que se debe hacer desde la defensa de la educación nacional resulta de importancia y alcance sistémico. Como antecedente inmediato, el movimiento social en torno a la justiciabilidad del derecho a aprender ha logrado hitos importantes, como lo es el hecho de que Aprender Primero, A.C., brazo jurídico de Mexicanos Primero ha obtenido sentencias históricas en la Corte.  Por tanto, al ser la política en materia educativa tal vez la más profunda de las responsabilidades pública, ya que define y modela generaciones enteras, sin duda puede ser el escenario de acciones ciudadanas disruptivas y transformaciones de nuestro sistema democrático.

Resulta claro que ingresar al debate de lo educativo y realizar propuestas al respecto puede dirimir nuestras dudas respecto a la seriedad de un candidato y de los actores que lo respaldan visible u ocultamente. Empero, la historia demuestra que confirmar que los compromisos de campaña se traducirán en planes, programas y acciones de desarrollo no es sencillo, ya que la clase política ha demostrado ser elusiva de sus responsabilidades y afecta a hacer uso y abuso de los recursos públicos. Sólo así se explican esas enormes herencias que sus hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos usufructúan, siendo a la fecha visible que hay apellidos que permanecen durante décadas o siglos entre la oligarquía dominante. Es ello, un síntoma perverso de la profundidad del inmovilismo social que ha generado la crisis sempiterna de nuestro sistema educativo nacional. También, explica la razón por la cual el principal motor de movilidad social por definición -la educación- se encuentra funcionando con enormes limitaciones, eficiencia y resultados respecto a lo que muchas otras naciones de inferior tamaño en economía, recursos ambientales, población y biodiversidad alcanzan. La clase política no es parte de la solución y debemos de asumir la irresponsabilidad y abandono histórico con el que han tratado los asuntos públicos en materia educativa.

Por lo anterior, las acciones que como ciudadanos debemos de implementar para lograr la transformación educativa en el nivel de responsabilidad  entre nuestros próximos gobernantes habrá de ser disruptiva y radical, porque la situación no merece otro tono.  Solamente así podremos construir la educación que todos queremos y  merecemos.  Esperen noticias al respecto.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

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