La generación que se cansó: La manifestación de la Generación Z
México atraviesa por un momento crítico, su realidad es la de ser un sitio ingobernable, una mezcla de corrupción, inseguridad y falta de oportunidades
Coimbra, Portugal, 14 de noviembre de 2025.- México atraviesa por un momento crítico, su realidad es la de ser un sitio ingobernable, una mezcla de corrupción, inseguridad y falta de oportunidades; todo eso ha llevado a una creciente desconfianza no solo hacia el gobierno en turno, sino hacia la política como un oficio oxidado y obsoleto.
El descontento ha trascendido el ámbito de la ideología; se ha instalado en el estómago colectivo, algo que es de celebrar, porque después de tanta pereza y de la polarización que hemos vivido, por fin entendemos que esto va más allá de colores, esto trata de buscar un país mejor para todos.
Esta realidad es complicada para todos los mexicanos, sin embargo, un sector muy vulnerable son los jóvenes, ellos tienen que enfrentarse a salarios menguantes, el sueño de la vivienda propia convertido en una fantasía de lujo, y un horizonte de oportunidades cada vez más estrecho.
La generación que debería estar construyendo la próxima década se siente, en cambio, estancada en el fango de la desesperanza.
Esta efervescencia no es un fenómeno local. La Generación Z global, los herederos del siglo XXI, están alzando la voz desde los picos nevados de Nepal hasta las plazas históricas de Marruecos y el tumulto de Perú. Son la primera cohorte que entiende que la bonanza que sus padres conocieron es un privilegio que a ellos les será negado.
Están marcados por la conciencia del colapso climático, la precariedad laboral automatizada y la desigualdad obscena. La protesta, para ellos, no es una moda; es una necesidad para reclamar la dignidad que les fue prometida. Las calles se han convertido en su única voz, y la consigna es clara: manifestar el agravio de heredar un mundo que no les ofrece las mismas palancas que a las generaciones anteriores.
En México, esta nueva ola de protestas, impulsada por los jóvenes, ha generado la reacción más predecible del sistema: la apropiación inmediata.
Es inevitable que la oposición política —el PAN, el PRI, Movimiento Ciudadano— intenten colgarse del movimiento, utilizando el descontento juvenil como combustible barato para su narrativa de crítica al gobierno. El acto de marchar es instantáneamente politizado, etiquetando a los asistentes como «opositores» o, peor aún, como «conservadores». Pero este reduccionismo es una trampa.
Es fundamental entender que la presencia de figuras opositoras en la calle no convierte a la marcha en un acto de defensa de la oposición. La calle no es un mitin partidista.
Los jóvenes no están saliendo a ondear la bandera del PRI ni del PAN; están protestando contra la falta de futuro, contra el muro de la violencia y la precariedad que levanta el statu quo, sin importar quién lo gobierne. Su descontento es una energía que rebasa las siglas y se dirige a la clase política entera.
La voz de la Generación Z es la advertencia cruda de un sector abandonado que exige no un cambio de partido, sino un cambio de sistema. Si muchos de nosotros nunca ejercimos nuestro derecho y obligación de manifestarnos, entonces no quitemos el valor de la generación que sí.
La inseguridad en México: Un ejemplo de que Morena debe soltar el pasado




