Los populistas cumplen (Por: Jorge Luis Hernández Altamirano)
Todos los líderes políticos buscan obtener y conservar el poder. Aquellos que apuestan a que los populistas se comporten de modo distinto en el poder, olvidan que fue precisamente rompiendo las viejas reglas que se hicieron del lugar que ahora ocupan.
Morelia, Michoacán, 13 de junio de 2019.- Hace cuatro años, en junio de 2015, el famoso Donald Trump anunciaba su candidatura a las primarias presidenciales del partido republicano. No faltaron las risas y la burla de los analistas políticos más avezados.
Dijeron, tal vez para tranquilizarse, que una vez que empezara la contienda republicana, Trump sería opacado por opciones más tradicionales como Jeff Bush, Kasich y Rubio. Cuando esto no pasó, y la campaña tendió a los extremos, se pensó que Ted Cruz podía encabezar una alianza Anti Trump. Al final, Donald arrasó las elecciones primarias y de convirtió en candidato menos de un año después.
Llegada la competencia final, frente a la connotada Hillary Clinton, académicos y periodistas se repetían, hasta creerlo, que el magnate tenía pocas probabilidades de ganar. Aún cuando las encuestas mostraban que el candidato republicano tenía buenas chances de conseguir los estados para alcanzar el triunfo, los expertos prefirieron pensar que un último envión en los votantes moderados llevaría a Hillary a la Casa Blanca.
Pero la oferta de “hacer grande a América otra vez”, a través de la protección del mercado interno, la imposición de aranceles a las importaciones y el aislamiento frente al mundo, tuvo un eco inobjetable en Estados Unidos; con todo y la crítica de que Trump no ganó el voto popular, lo cierto es que arrebató bastiones anteriormente demócratas y lejanos del discurso nativista del ahora presidente.
Lamentablemente otra vez los analistas apostamos por la acción racional de Trump, pensando que, una vez presidente, cesaría sus ataques al libre comercio y la apertura al mundo, anteriores pilares del proyecto liberal estadounidense. Pero el tiempo ha demostrado que Trump es un jugador que no teme a doblar la apuesta en la ruleta rusa y, peor aún, está dispuesto a hacer trampa y abusar del resto de los jugadores.
Es decir, durante todos estos años de Trumpismo, muchos de los analistas políticos hemos caído en el error de intentar explicar a los actores con las categorías y los códigos, escritos y no escritos, de la vieja escuela. El problema es que el componente racional de los líderes de movimientos anti establishment queda relegado a la parte emotiva que los conecta con sus electores; la misión ofrecida por el movimiento populista está por encima de la racionalidad institucional y cualquier cosa que se le oponga, ya como resistencia ya como crítica, debe ser considerada enemiga del pueblo.
La oferta puede ser variada (drenar el pantano, acabar con la mafia del poder), pero el mecanismo es un idéntico: una minoría en el poder toma decisiones que empobrecen a las grandes mayorías, lejos de las decisiones importantes y con una peor calidad de vida que en el pasado.
Más allá de la veracidad o la ética de esta construcción retórica, lo cierto es que ya ha servido en varios lugares del globo terráqueo y que seguirá siendo una opción atractiva para políticos aquí y allá.
Más nos vale empezar a entender esta nueva realidad de la política de mayorías, pues todos los líderes políticos buscan obtener y conservar el poder. Está claro que Trump insistirá, hoy y mañana, en el muro y recurrirá, cuantas veces sea necesario, al fantasma del exterior. Aquellos que apuestan a que los populistas se comporten de modo distinto en el poder con la excusa de “no podía saberse”, olvidan que fue precisamente rompiendo las viejas reglas que se hicieron del lugar que ahora ocupan.
Valiosas lecciones para México, en el que muchos aún tienen esperanza de que López Obrador eche abajo sus deseos de soberanía energética y su “ataque a la corrupción” personificado en el NAIM. La tenacidad de los líderes que deriva en terquedad, se convierte en peligro cuando amenaza a la sociedad.
Trump seguirá siendo Trump, a pesar de nuestros deseos, más nos vale estar preparados para el peor de los escenarios.