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Los suspirantes… A maestros

Hoy voy a hablar de aquellos suspirantes que aspiran a ser maestros de educación básica en Michoacán
Hoy voy a hablar de aquellos suspirantes que aspiran a ser maestros de educación básica en Michoacán

Más que temer las “catastróficas” consecuencias que prevén aquellos que deliberadamente malinforman a miles de trabajadores del sector educativo, en la gran mayoría de los normalistas prevalece más bien el temor a quedar evidenciados por su bajo rendimiento escolar

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Morelia, Michoacán, 27 de octubre de 2015.- En esta ocasión me voy a desviar un poco de mis habituales temas políticos y electorales, pero sólo un poco, porque el tema de hoy se entrelaza eventualmente con los antes mencionados.

Hoy voy a hablar de aquellos suspirantes que aspiran a ser maestros de educación básica en Michoacán.

Así es, hoy voy a hablar de los normalistas que por la fuerza y por la vía del chantaje y la presión, a través de bloqueos, tomas, pintas, robos de vehículos, hurto de mercancías y demás, exigen acceder a plazas automáticas como los habían venido acostumbrando los anteriores gobiernos.

Voy a hablar de los normalistas que se oponen a la reforma educativa porque dicen que es “laboral” y “punitiva”, aunque sinceramente dudo mucho que conozcan el significado de ambos términos y otros más que los incitan a emplear sus mentores de la CNTE.

Es sabido que la reforma educativa ya no permitirá más plazas automáticas, ni tampoco la anterior complicidad de gobernantes que las otorgaban, pues ahora hasta ellos son sujetos de sanciones si acceden a los caprichos de los grupos de presión.

Aun así, hace unos días el gobernador Silvano Aureoles Conejo anunció que consiguió para ellos poco más de 2 mil plazas federales, justamente las que exigen los egresados de las escuelas normales de Michoacán en los dos últimos ciclos escolares.

La única condición es que para acceder a ellas tienen que hacer el examen que demuestre que son aptos para el puesto que pretenden. Y los normalistas… se niegan.

Además de esto, se les ha ofrecido que en caso de no obtener calificación satisfactoria se les darán cursos de regularización que –de ser necesario- les permitan presentar el examen una y otra vez hasta obtener calificación aprobatoria. Y los normalistas… no aceptan.

Creo que en el fondo, más que temer las “catastróficas” consecuencias que prevén aquellos que deliberadamente malinforman a miles de trabajadores del sector educativo, en la gran mayoría de los estudiantes de las escuelas normales de Michoacán prevalece más bien el temor a quedar evidenciados por su bajo rendimiento escolar.

Ellos no fueron preparados para la docencia, la mayoría de ellos saben más de marchas, plantones, secuestros de autobuses y de bombas molotov que de educar; saben que no son aptos para tener un desempeño adecuado en el sector educativo, pero entraron a las normales con el afán de obtener las famosas plazas automáticas que les garantizarían un buen ingreso seguro, con prestaciones muy por encima de las de la ley y por el resto de sus vidas.

Nunca contaron con que para acceder a esa vida cómoda que añoran (al menos más fácil que para la gran mayoría de los mexicanos), tendrían que presentar exámenes ante árbitros imparciales que no los calificarán conforme al marchómetro, el número de autobuses que secuestren o los camiones de refrescos, galletas y papitas que vacíen.

Nunca se imaginaron que para vivir tendrían que dedicarse a la docencia y no al vandalismo y la anarquía.

Ahí está, y no en otro lado, la razón de la constante negativa normalista a ser evaluados para obtener un empleo seguro y ahora hasta con expectativas de crecimiento profesional.

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