Editoriales

Mandela, King, Teresa / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

En el siglo XX algunos seres de luz se distinguieron como luciérnagas que no oculta  la oscuridad, por ejemplo Mahatma Gandhi, Martin Luther King, la madre Teresa de Calcuta y el propio Nelson Mandela

Morelia, Michoacán, 06 de diciembre de 2015.- Un año más sin Nelson Mandela el luchador infatigable que pudo extirpar el canceroso tumor del Apartheid en Sudáfrica, el mismo que estuvo durante muchos años tras las rejas, nunca recobró la libertad porque jamás dejó de ser un hombre libre; esa condición ni los grilletes la vulneraron.

Mandela es de esas personas luminosas que no abundan, es de los seres que no apelan al odio ni al rencor porque al final es mal se vence a sí mismo, sin gente de esa naturaleza el mundo estaría más atrasado y padecería más desgracias.

En el siglo XX algunos seres de luz se distinguieron como luciérnagas que no oculta  la oscuridad, por ejemplo Mahatma Gandhi, Martin Luther King, la madre Teresa de Calcuta y el propio Nelson Mandela. El pacifismo fue un signo distintivo en los citados que recocieron en las demás personas a sus hermanos, independientemente de ideologías, religiones o condición social.

Si bien Gandhi y Luther King optaron por la resistencia civil para no usar jamás la ruta de la violencia, ambos fueron asesinados por el odio de quienes aún creen que no hemos bajado del árbol, de los mismos que aniquilan los razonamientos para dar cauce al salvajismo primitivo.

Nelson Mandela acaso nos recuerda una utopía, la fraternidad en libertad, el reencuentro del humano con las causas edificantes. En estos días de violencia internacional, de bombardeos como sustitutos del diálogo y la concordia, de muerte como camino y meta, es cuando se hace presente el espíritu de quienes lucharon por la búsqueda de la paz sobre la tierra.

Martin Luther King pronunció un memorable discurso en Washington el año de 1963 como corolario de la marcha por los derechos civiles, dicha pieza retórica se titula Yo tengo un sueño, en la misma el celebrado líder y pastor religioso expresó que se rehusaba a creer que el banco de la justicia esté en quiebra; destacó la igualdad entre todos para aspirar a tomarse de las manos para entonar: libres, por la gracia de Dios libres al fin.

Así como lo planteó Luther King ahora cobra vigencia, o mejor dicho nunca la ha perdido, el creer que el banco de la justicia esté en quiebra aunque haya mucha gente que piensa lo contrario como los fanáticos religiosos que se creen poseedores de la verdad como algo absoluto, o las grandes potencias que de cuanto conflicto armado existe ellas son las ganadoras porque ha sido su sempiterno negocio aún a costa de vidas y despojos.

Nelson Mandela se opuso a las hegemonías blancas o negras, fue un dique contra el autoritarismo, un hombre adelantado que no bebió de la copa de la amargura porque las alturas no se encuentran en el piso.

Teresa de Calcuta vivió entre los pobres, ahí realizó su apostolado, su misión inalterable; no fue como las celebridades que hablan de la miseria desde una pose mediática, desde el confort de una vida placentera que de vez en vez optan por la sensiblería para aparecer en fotografías entregando donativos. La madre Teresa fue un ser de luz entre muchas tinieblas que provoca la injusticia.

El siglo XX estuvo marcado por muchas vilezas pero también por las luces de personas como las citadas, Gandhi, Mandela y Teresa, cuyas luces nos alcanzan justo ahora mismo.

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