Pemex y su sindicato (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
PEMEX necesita una reforma a fondo; inyectar dinero en esa corrupta empresa (y su sindicato), tal y como está ahora, es destinar dinero para financiar los autos de lujo, los viajes de los hijos de los líderes sindicales y engordar la cuentas de los jeques petroleros mexicanos, los sindicales y los del gobierno.
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Morelia, Michoacán, 15 de enero de 2019.- Algo de historia: El sindicato petrolero STPRM , fue incorporado al Estado en 1949, utilizando un mecanismo usual en México, un golpe “charro” dirigido por la Secretaría del Trabajo. Su autonomía, derivada del contrato colectivo de 1942 terminó.
El papel del sindicato en la vida política de México ha sido muy importante, pero no por buenas razones, lo mismo por su clausulado de escándalo como por su liga con el PRI por la vía de millonarias donaciones. En la Cláusula 36 de contrato colectivo entre PEMEX y su sindicato se concede a la empresa la posibilidad de establecer contratos con particulares para realizar obra que por alguna razón no puede o no desea realizar. Esto abrió canales para enriquecer a funcionarios que por medio de prestanombres se convierten en contratistas y millonarios Para la burocracia sindical eso también es un gran negocio, pues las empresas deben obligadamente contratar personal del sindicato y si no es así, por la razón que sea, deben pagar a la de a fuerzas una cuota diaria por cada trabajador no sindicalizado que empleen.
Otro ejemplo, con información del 2018, vía la Cláusula 251, el sindicato recibe de Petróleos Mexicanos (Pemex), mensualmente, 7 millones 865,000 pesos. Este dinero se destina, en parte, a gasto corriente, pero también, sin rendir cuenta alguna, para pagar cremas antiarrugas, arreglos florales, botellas de alcohol y pastillas para adelgazar, entre varios productos.
En principio, el dinero destinado a la Cláusula 251 se transfiere a dos cuentas de Banorte del sindicato. A junio del año pasado, dos estados de cuenta sumaban 1,150 millones de pesos: una, bajo el contrato número 745521 con 1,060 millones 598,268 pesos; y otra, bajo el contrato número 745520, con 89 millones 883,000 pesos. Así de sucio el asunto.
En los años cincuentas, desde las oficinas de la Superintendencia de PEMEX, el Ing. J.J. Merino estructuró la corrupción a escala nacional. El tráfico de plazas, la venta de concesiones para las obras de PEMEX y el control total de la economía regional a costa de actos ilegales, amenazas y asesinatos permitieron a Merino amasar una enorme fortuna. Una investigación periodística, llevada a cabo por Antonio Caram, reveló la fantástica riqueza de Merino; se calculaba que algunas de sus propiedades valían más de cien millones de los pesos de aquella época. Y lo mejor, todo con apenas un sueldo nominal de 7 mil pesos mensuales, eso si, más viáticos.
¿Cómo se llegó a esto? Por allá de los años cuarenta, Don Jesús Silva Herzog (el viejo) decía que el sistema político mexicano se sostenía sobre tres pies: El PRI, la Corrupción y el Asesinato. Más de ochenta años después las cosas no han cambiado mucho. El PAN, para efectos del manejo de PEMEX resultó igual que el PRI y lo que se vislumbra de ese PRI reciclado que es MORENA no augura nada bueno, al contrario, se ven peores.
El sindicato petrolero es considerado por muchos como el organismo sindical más corrupto, su diferencia con el SNTE/CNTE es tan sólo de siglas
Pero no siempre las cosas salen bien; en 1988 el poderoso líder sindical Joaquín Hernández Galicia, la Quina comete un error fatal, decide apoyar al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Poco después, por indicaciones de Salinas, La Quina fue capturado un 10 de enero de 1989 junto con un grupo de petroleros. El hombre que manejaba recursos millonarios y le gritaba a los presidentes fue a dar con sus huesos a la cárcel.
La realidad es que la principal empresa de México está ahorcada por el sindicato; es imposible llevar adelante una reforma energética o eliminar los robos sin tocarlo, tan imposible como hacer un omelette sin romper el cascarón del huevo. El asunto tendrá un costo alto, pero no hacerlo es la ruina segura.
El robo de gasolina, llamado “huachicoleo” es una práctica que se detectó, en baja escala, durante el sexenio de Fox, crece de manera importante durante el sexenio de Calderón y se dispara hasta las nubes en el sexenio de Peña Nieto. Era urgente, imperativo, inaplazable tomar medidas para eliminarlo, pero al ser un problema enorme, complejo, con ramificaciones en grandes empresas privadas, gasolineras, contubernio de funcionarios de PEMEX y de vaya uno a saber cuantas estructuras de gobierno se debió diseñar una estrategia inteligente, precisa, fina, y no una medida torpe, mal diseñada y peor implementada que ha perjudicado notoriamente a la sociedad completa. Aparte de hundir aún más la imagen de México como país corrupto con un gobierno de incompetentes
PEMEX necesita una reforma a fondo; inyectar dinero en esa corrupta empresa (y su sindicato), tal y como está ahora, es destinar dinero para financiar los autos de lujo, los viajes de los hijos de los líderes sindicales y engordar la cuentas de los jeques petroleros mexicanos, los sindicales y los del gobierno.
Alejandro Vázquez Cárdenas