Picantes y amargos los rabanitos
Crítica a demagogos que usan discurso popular para enriquecerse desde el poder público

Morelia, Michoacán, 31 de julio de 2025.- No hay cosa peor en nuestro estado que darle un puesto público a un rabanito. Como tienen de nacimiento una formación de demagogos se desbozalan a la primera oportunidad. Honrados, honrados, en tanto no viven del presupuesto; después cuidan más su patrimonio que el del estado.
Hartan al pueblo con sus predicas marxistoides, aunque eso no obsta para que vivan como príncipes y no pocos como sultanes a su costa. Son rojos por fuera y blanquísimos capitalistas por dentro, que aberración. Hay que verlos y escuchar sus peroratas de demagogos baratos desposeídos, de ricos egoístas faltos de cristianismo, criticar todo y a todos como si ellos fueran ejemplo de virtudes bajados del cielo con todas las bendiciones celestiales.
Para estos sujetos todo está mal hecho, pero ellos y solo ellos tienen en su varita mágica las soluciones. Ellos quisieran que todo el mundo les diera carta blanca para hacer y deshacer, naturalmente en beneficio de sus bolsillos; porque todo en ellos es pura careta, y adoptan actitudes falsas para tener una imagen que atraiga las simpatías del pueblo, aun cuando lo único que logran es ganarse el aplauso de los lambiscones de paga que recogen las migajas que les tiran como si estuvieran enjaulados en un zoológico.
Normalmente incompetentes, les gusta vivir enchufados al presupuesto ya que en el sector privado no tienen nada que hacer porque tendrían que trabajar, ser productivos y abstenerse de demagogia: lo cual, no podrían hacer porque iría en contra de su propia naturaleza. Propicia para el “dolce farniente” («el dulce placer de no hacer nada») o «la dulzura de la indolencia». y ganar el pan con el sudor del de enfrente. En cambio, en el gobierno pueden satisfacer su ego plenamente hasta que caen en desgracia, y no porque hagan algo malo, que esto no tiene la menor importancia sino porque perdieron los apoyos necesarios para seguir mamando de la ubre que tan generosamente los alimenta, a costillas de los demás.
Su izquierdismo supuesto, no es más que una bandera que enarbolan para sacarle jugo al puesto. No son izquierdistas ni derechistas ni nada; son lo que les conviene ser de acuerdo con las circunstancias, ya que bailan al son que les tocan. Se dicen de izquierda ahora porque esa es la moda, como hubieran sido nazis si hubieran nacido en la Alemania de Hitler, Fascistas en la Italia de Mussolini o franquistas en tiempos de Francisco Franco en España.
Toda su ideología es pues pura careta y de convicciones no tienen nada. Quizá en lo único en que si creen y a pie juntillas, es en el dinero, al cual son muy afectos y buscan con desesperación utilizar el prestigio ganado a base de poses para nunca perder una posición gubernamental que les permita seguir explotando el físico. Y así, lo mismo se van de embajadores o de directivos de algún complejo industrial, que para el caso es lo mismo; lo importante es estar en el candelero y ganar el encomio de la gente en el momento oportuno para no perder bonos y bajar por lo mismo de precio.
Esos rabanitos saben cuidar su pellejo y saben por lo mismo cuando les conviene hacerse presentes y cuando no; la cosa es aprovecharse de los demás ingenuos que se dejan guiar por estos sujetos faltos por completo de una ideología que no sea egolatría, o sea, amarse a si mismos.
Desgraciadamente en nuestro estado, a falta de líderes auténticos, el pueblo sigue a estos rabanitos; y cuando ya está embarcado en una aventura lo dejan solo para que se dé un frentazo.
Estos sujetos no valen nada pero son peligrosos, porque como logran crearse una personalidad en nuestro medio, son capaces, con sus declaraciones, de embaucar a quienes tienen el candor de la serpiente y la astucia de la paloma.