Prioridades del Congreso Nacional del PRD / Enrique Bautista
Si se busca retomar el rumbo que dio origen al partido e impulsar el desarrollo democrático, se debe actuar en consecuencia, haciendo causa común con las propuestas de la mayor parte de sus militantes y no a partir de los intereses particulares de grupos y expresiones
Morelia, Mich., 22 de noviembre de 2013.- En estos días se celebra el XIV Congreso Nacional del Partido de la Revolución Democrática en Oaxtepec, Morelos. El evento fue pospuesto en reiteradas ocasiones por falta de acuerdos entre las diferentes expresiones partidistas sobre la agenda a desahogar, y seguramente por el temor de sus dirigentes al debate con relación al rol que ha jugado ese partido dentro del Pacto por México, convocado por el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, el primer día de su gestión; seguramente será ese uno de los temas álgidos a discutirse.
Sin embargo, el asunto que más interés despierta en la militancia y los simpatizantes partidistas que no asisten como delegados al Congreso, y que como es obvio constituyen la inmensa mayoría, es el del rumbo que el partido tendrá en el futuro: su posición genuina frente a la reforma energética, su política de alianzas, su posición frente al gobierno priísta que encabeza Enrique Peña Nieto y, en síntesis, su visión ideológica y de principios frente al futuro de la Nación.
Por lo anterior, la atención de militantes y simpatizantes, y en general de la opinión pública, está centrada en la anunciada modificación de los estatutos partidistas para permitir en adelante que, quien haya desempeñado el cargo de Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del partido, pueda volver a hacerlo mediando un período mínimo de tres años. De la misma manera, la militancia está pendiente de posibles modificaciones al artículo 269 del estatuto para garantizar que en lo futuro la elección del Presidente y Secretario General, en los ámbitos: nacional, estatales y municipales, se realice necesariamente mediante el voto universal, libre, directo y secreto de los afiliados inscritos al padrón partidista; no mediante los mecanismos indirectos que se han venido practicando los últimos años en la designación de dirigentes partidistas en los ámbitos nacional y locales, y que son vistos por la base como métodos cupulares.
La demanda de las bases; esto es, de las mayoría de los afiliados para que estas modificaciones se concreten, tiene su origen en el reconocimiento de que la actual dirigencia, integrada por miembros de las expresiones que desde hace algunos años dominan los órganos de dirección perredista, está totalmente desgastada y, se ha apropiado de los órganos de dirección y de las posiciones de representación popular en beneficio de sus integrantes, dejando de lado a los mejores perfiles, e ignorando las prioridades de los ciudadanos y de la sociedad en su conjunto.
Hay quienes señalan que la reforma para permitir que quien haya sido en el pasado Presidente del partido pueda volver a serlo tiene dedicatoria hacia la persona del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Seguramente tienen en parte razón, pero si así fuera la dedicatoria no es gratuita; la inmensa mayoría de los militantes y simpatizantes, incluidos los integrantes de las expresiones que dominan al partido, así como los ciudadanos en general, reconocen la estatura moral, la congruencia, y el liderazgo de Cárdenas Solórzano; paralelamente están conscientes del desgaste y rechazo que padecen los integrantes de la burocracia que desde hace más de seis años administra al PRD, además de reconocer la ausencia de líderes visibles que pudieran dar rumbo al partido en el futuro.
Sin embargo, los dirigentes de algunas de las expresiones dominantes de las estructuras del perredismo, particularmente Nueva Izquierda ven con recelo una posible modificación al Artículo 269 del estatuto para retornar a la elección directa, secreta y universal de la militancia como método para elegir al Presidente y Secretario General de los comités ejecutivos en los ámbitos nacional, estatal y municipal; están conscientes del riesgo de que su supuesta amplia representación partidista se vea diluida con el voto universal de los militantes.
De acuerdo a las cuentas alegres que hoy estos grupos hacen, su respaldo por parte del conjunto de los afiliados es equivalente al número de consejeros con que cada expresión cuenta el órgano nacional. Nada más alejado de la realidad; muestra de ello es que Cárdenas no encabeza ninguna corriente, a pesar del amplio consenso que genera, y quienes se identifican con él o carecen de expresión, no cuentan con representación alguna en el actual Consejo Nacional ni tuvieron acceso a las candidaturas posiciones de representación (diputaciones y senadurías) en las últimas elecciones federales.
Quienes defienden el método de elección indirecta del Presidente y Secretario General del partido están dispuestos a ceder el poder, pero nomás tantito. Quieren tener un Presidente con la estatura moral y el prestigio del fundador del PRD, para que saque al buey de la barranca, pero se aferran a mantener la Secretaria General para ellos y el control del Comité Nacional a través del nombramiento de sus integrantes en función de la proporcionalidad de su presencia en el actual Consejo Nacional. Manteniendo el método de elección indirecta de Presidente y Secretario General buscarían acotar el poder del Presidente del partido pretendiéndolo obligar a negociar cualquier iniciativa a cambio de prebendas para la burocracia que lo rodearía; cuestión que seguramente Cárdenas no estaría dispuesto a aceptar.
Alternativamente, la vía de la elección directa, secreta y universal de la militancia para elegir Presidente y Secretario General del partido, daría la libertad para presentar formulas para esas posiciones en función de principios y coincidencias ideológicas no de negociaciones de presión, y de integrar el Comité Nacional a partir de la proporción de votos que cada formula obtuviera.
Si el Congreso Nacional del PRD que se reúne en estos días verdaderamente busca retomar el rumbo que le dio origen al partido e impulsar el desarrollo democrático y de compromiso con las causas de las mayorías, no solo al interior sino hacia la sociedad en su conjunto, debe actuar en consecuencia, haciendo causa común con las propuestas de la mayor parte de sus militantes y no a partir de los intereses particulares de grupos y expresiones. Esperamos que así sea.
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