Pseudociencias, datos (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
Una pseudociencia es una creencia que es presentada incorrectamente como científica, pues no sigue un método científico válido y no puede ser comprobada de forma fiable
Morelia, Michoacán, 13 de agosto de 2019.- Antes que nada vale la pena recordar que es lo que entendemos por “ciencia” y que es una “pseudociencia”.
Ciencia es una rama del saber humano constituida por el conjunto de conocimientos, objetivos y verificables, sobre una materia determinada y que son obtenidos mediante la observación y la experimentación; se caracteriza, entre otras cosas, por la utilización de una metodología adecuada para el objeto de estudio y la sistematización de los conocimientos.
Una pseudociencia es una creencia que es presentada incorrectamente como científica, pues no sigue un método científico válido y no puede ser comprobada de forma fiable.
A menudo se caracteriza por el uso de afirmaciones vagas, contradictorias, exageradas o infalsables; existe poca o nula disposición por parte de sus seguidores a aceptar evaluaciones externas de expertos; y en general, por la ausencia de procedimientos sistemáticos para el desarrollo racional de teorías.
En otras palabras, las pseudociencias desarrollan conocimientos que no pueden verificarse de manera fiable. Sus bases son las afirmaciones de supuestos especialistas… y nada más.
Ejemplos tenemos muchos: Quiromancia, Radiestesia, Psicoanálisis, Homeopatía, Flores de Bach, Iridología, Astrología, Feng Shui, Numerología, Magnetoterapia y un largo etcétera.
Hablemos un poco del psicoanálisis. Ciertamente a sus devotos practicantes poco o nada les preocupa su exclusión del mundo científico; ni les quita el sueño la posibilidad de equivocarse al atribuir un origen psicológico a cualquier síntoma de origen orgánico; aunque no es poca cosa confundir los datos de un tumor cerebral con un problema emocional.
Freud inventó el psicoanálisis utilizando tres estrategias: Primero, mentir o exagerar el éxito terapéutico con sus pacientes, cuando la mayoría de ellos no tuvieron curaciones definitivas. La segunda, tomarse a sí mismo como sujeto de experimentación cuando los resultados con otras personas no eran los que él esperaba; en otras palabras, era juez y parte. En tercer lugar, la más grave, modificar a posteriori sus hipótesis, haciendo creer que desde siempre se había pensado en esos resultados.
No hace falta ser un experto en Metodología de la Investigación para encontrar los errores del armazón del Psicoanálisis. Repasando su literatura podemos observar que la mayoría de sus publicaciones se refieren a casos individuales, y a partir de ellos se generaliza. Es una falacia que, en lógica, se denomina «post hoc ergo propter hoc». El hecho de que alguien mejore después de un tratamiento no prueba que el tratamiento sea la causa de la mejora.
El psicoanálisis ha sido el lastre que marginó mucho tiempo a la Psiquiatría del resto de las especialidades médicas. Durante una buena parte del siglo XX, prácticamente no se podía ejercer la Psiquiatría si no se era Psicoanalista.
Aún en la actualidad, mucha gente piensa que Psiquiatra, Psicoanalista y Psicólogo son términos intercambiables, gran error. Secundariamente, el elaborado lenguaje usado por los Psiquiatras de orientación psicoanalítica en los Hospitales Generales contribuyó a que se marginara a la Psiquiatría de la Medicina. Para darnos una idea, el Psicoanalista es a la Psiquiatra, lo que el astrólogo al astrónomo.
En el mejor de los casos el Psicoanálisis puede tomarse como una religión que cuenta con creyentes, sacerdotes y sumos sacerdotes; como un sustituto del confesionario; y en el peor de los casos el acto psicoanalítico es simplemente comprar y pagar a un «amigo» para que nos escuche.
¿Cuál fue pues, la razón de su popularidad?, estudiosos de este fenómeno sostienen que, entre otras razones, fue por que se ocupó de manera intensa, que no profunda, de problemas relacionados con la sexualidad, tema tabú dentro de una sociedad hipócrita y tradicionalista, además, obviamente, por tener respuestas para explicarlo todo; es omniexplicativa e irrefutable, como todo buen dogma. Mi personal opinión es más sencilla; muchos tienen la necesidad de que alguien los escuche; así de fácil.
Alejandro Vázquez Cárdenas