Terrorismo / Teodoro Barajas Rodríguez
El terrorismo nunca se justificará, es una sombra espesa que cobra vidas para traficar con la muerte, el desconsuelo y el horror. No hay fin que justifique semejante destrucción ni por motivos ideológicos, religiosos o de cualquier índole.
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Morelia, Michoacán, 17 de julio de 2016.- El terrorismo no ceja, no se extingue sino que extiende sus tentáculos en una desquiciada forma de engendrar muerte, los registros apuntan a diversos países, incluso México lo ha padecido como sucedió un 15 de septiembre de 2008 en Morelia.
Nada justifica esos lances de muerte porque regularmente son motivados por el fanatismo religioso, por trastornados sujetos que pretenden imponer sus creencias para establecer un pensamiento único en el nombre de su dios que, al parecer, está forjado a imagen y semejanza del ser humano, es decir no ajeno a las pulsiones, odio y venganza. Entonces es complejo visualizar un ente metafísico provisto de pasiones tan humanas como pedestres.
El terrorismo ha sacudido a Estados Unidos en aquel 11 de septiembre que colapsó a las Torres Gemelas para propiciar el caos que corrió como reguero de pólvora, la psicosis a todo volumen, el temor dispersado por los cuatro puntos cardinales.
Recién en Francia han sucedido hechos rubricados con la ominosa marca del terrorismo, ello ha desatado los viejos fantasmas del fascismo que so pretexto de impedir los avances de grupos radicales en Europa y Estados Unidos ha potenciado al racismo, a la exclusión más denigrante.
Se habla de las viejas pugnas entre Occidente y Medio Oriente que llenaron miles de páginas de combates encarnizados en los que se involucraba a los Caballeros del Temple, monarcas europeos y sus capellanes contra los llamados sarracenos. El fanatismo religioso se expandía para marcar con sangre territorios extensos.
Estamos en el siglo XXI, en los tiempos de la denominada posmodernidad, en el ocaso aparente de las ideologías pero la industria de la guerra no amaina ni se detiene. Cada vez aumenta el número de gente inocente masacrada por dementes que hacen la interpretación tramposa de su religión, hermenéutica del horror.
El terrorismo nunca se justificará, es una sombra espesa que cobra vidas para traficar con la muerte, el desconsuelo y el horror. No hay fin que justifique semejante destrucción ni por motivos ideológicos, religiosos o de cualquier índole.
Siempre que en alguna parte del mundo se suscitan actos temerarios como salvajes de terrorismo viene a mi mente las canciones icónicas de Bob Dylan “La respuesta está en el viento” e “Imagina” de John Lennon que insisten en mantener con vida la utopía de la fraternidad. Puede ser posible otro mundo, esa esperanza no debe ser abatida.