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Cartelera Retrospectiva / El niño y el fugitivo

Tras su presentación en el Festival de Cannes no cosechó más que los aplausos de los asistentes, y ganó cierta notoriedad, aunque no la suficiente para evitar que tuviera un paso tan limitado por la cartelera
Tras su presentación en el Festival de Cannes no cosechó más que los aplausos de los asistentes, y ganó cierta notoriedad, aunque no la suficiente para evitar que tuviera un paso tan limitado por la cartelera

Es una película sobre el despertar juvenil y un amigable thriller; no será apta para todo público pero es muy recomendable para el espectador paciente. Es un trabajo menos aventurado y oscuro que lo que conocíamos del joven director, pero no por ello menos interesante

Morelia, Mich., 10 de noviembre de 2013.- A pesar de que tras su presentación en el Festival de Cannes no cosechó más que los aplausos de los asistentes, El niño y el fugitivo (Mud, 2012), al menos ganó cierta notoriedad, aunque no la suficiente para evitar que tuviera un paso tan limitado por la cartelera. Este es el tercer largometraje que firma el joven director y guionista Jeff Nichols, tras el notable drama apocalíptico Take shelter (2011), que se ganó el reconocimiento de la crítica y una parte muy pequeña del público tras su brillante participación en Sundance y el ya mencionado certamen francés.

Nichols acostumbra escribir los guiones de sus propias películas, para esta ocasión regresó a su natal Arkansas, a una comunidad rural a las márgenes del río Misisipi. En ese lugar, un par de adolescentes, en una de sus correrías descubren el escondite de Mud, un prófugo con el que entablarán una peculiar relación. Tras la aparición de un grupo de mafiosos y una linda mujer, los jóvenes enfrentarán por primera vez el desamor y la desintegración familiar, para descubrir que nunca más volverán a ser los mismos.

La cinta de Nichols se toma tu tiempo para contar la historia que se cuenta en poco más de dos horas a ritmo pausado y sin desperdicio. La película es un obvio recordatorio a la obra de Mark Twain, las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, situadas a las orillas del río más importante de Norteamérica, nos hacen reflexionar sobre lo difícil que es situar el momento exacto en que la infancia da el paso a la pubertad, quizás sea el primer amor, tal vez la primera gran prueba de lealtad o ligar su suerte con la de un fugitivo que está en peligro de muerte.

La narración está contada desde el punto de vista del joven Ellis, interpretado por Ty Sheridan, a quien ya vimos en El árbol de la vida (The three of life, 2011); a quien acompaña el debutante Jacob Lofland que demuestra el gran trabajo de actores del director. El que se lleva las palmas es el antiguo galán de comedias románticas Matthew McConaughey, quien cuando quiere tiene un desempeño impresionante en la pantalla, de hecho viene de un par de buenas actuaciones y ya se espera el estreno de Dallas buyers club (2013), de la que se hablan muy buenas cosas. Mención aparte merece la inclusión del actor fetiche de Nichols (ha participado en todas sus películas), el malencarado Michael Shannon, en un pequeño pero importante papel.

Hace tiempo Jeff Nichols describió al filme como “si Sam Peckinpah dirigiera un relato corto de Mark Twain”, y es que el paisaje es una parte importantísima del relato, el Estados Unidos pobre, sucio y rural, de las casas flotantes a orillas de un río terroso y contaminado, lugar de la gente amable pero poco comunicativa. Bueno y es imperdible la balacera al más puro estilo de La pandilla salvaje (The wild bunch, 1969), cinta clásica del ya mencionado director californiano.

El niño y el fugitivo es una película sobre el despertar juvenil y un amigable thriller. No será apta para todo público pero es muy recomendable para el espectador paciente. Es un trabajo menos aventurado y oscuro que lo que conocíamos del joven director, pero no por ello menos interesante.

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