Cartelera Retrospectiva / Joven y bella
No es ni por mucho el mejor trabajo del realizador galo François Ozon y difícilmente saldrá del circuito de cineclubes, pero este drama áspero, incómodo e inquietante, nos recuerda que en ocasiones la adolescencia puede ser la edad del desengaño y la frustración
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Morelia, Michoacán, 20 de junio de 2014.- Por tercera ocasión se anunció en la cartelera moreliana Joven y bella (Jeune & jolie, 2013), decimoquinto largometraje del prolífico cineasta François Ozon, desde que debutara en 1997 con el estilizado thriller Regarde la mer. Anteriormente la película se presentó en el Festival de Cine de Morelia y se programó para su exhibición durante la Muestra Internacional de Cine, aunque no pudo proyectarse debido a problemas técnicos. Hay que mencionar que la obra había generado cierta expectativa después de los buenos comentarios que recibió después de su presentación en Cannes, en donde formó parte de la selección oficial del certamen.
El realizador francés desde hace tiempo ha subrayado la importancia de contar historias que le resulten altamente personales, es por ello que ha escrito los guiones para cada una de sus películas. Después del buen recibimiento que tuvo En la casa (Dans la maison, 2012), Ozon decidió trabajar nuevamente con adolescentes, en esta ocasión, la protagonista es una sensual joven de diecisiete años que decide comenzar a prostituirse por una razón que no queda del todo clara a lo largo de la narración. Las cosas se complican cuando uno de sus clientes más asiduos muere durante una de sus sesiones, es en ese punto cuando la joven intenta reinsertarse en la sociedad, pero el propósito resulta mucho más difícil de lo que aparenta.
La anécdota nos recuerda muy claramente a la que nos plantea el esloveno Damjan Kozole en Slovenka (2009), pero está contada con un tono introspectivo, más acorde a lo que exhibe el cineasta parisino en los dramas El tiempo que queda (Le temps qui reste, 2005), así como en El refugio (Le refuge, 2009). Al igual que en 5×2 (2004), el cual es sin duda uno de sus mejores trabajos, la historia se cuenta en forma de capítulos, en este caso cuatro, que representan a modo de estampas de la vida de la chica cada una de las estaciones del año acompañada de una canción distintiva de acuerdo al momento que representa.
A modo de respuesta ante la idealización de la adolescencia en buena parte de la cinematografía mundial. En Joven y bella, esta etapa se presenta con un tono más bien amargo y distante, propio de la experiencia de quien lo ve todo desde afuera. Ozon nos entrega un personaje que observamos desde el punto de vista de sus padres, de sus amigos, de su hermano y de sus clientes, todos ellos se muestran inestables ante la fuerte presencia de una chica que hace uso de sus encantos como herramienta de poder. No obstante, se dejan suficientes espacios en blanco para que el espectador saque sus propias conclusiones, ya que de ninguna manera la cinta ofrece un juicio moral de la prostitución ni de la utilización del internet con fines sexuales.
Es para destacar la presencia de la joven Marine Vatch como la joven estrella protagonista de la película. Su expresión hostil y secretista, proveniente de su experiencia en el modelaje, están en afortunada concordancia con el planteamiento de Ozon. No es ni por mucho el mejor trabajo del realizador galo y difícilmente saldrá del circuito de cineclubes, pero este drama áspero, incómodo e inquietante, nos recuerda que en ocasiones la adolescencia puede ser la edad del desengaño y la frustración. Puede sonar muy trágico, pero está tan elegantemente filmada, que bien vale la pena, incluso para los más reticentes, darle un vistazo a la obra de uno de los nuevos imprescindibles del cine francés.