Chrysalis imagina llevar 2 mil 400 personas a Alfa Centauri en 400 años
Chrysalis, nave ganadora del Proyecto Hyperion, imagina llevar a 2 mil 400 personas a Alfa Centauri en 400 años con hábitats por capas y gravedad por rotación

Morelia, Michoacán, 14 de agosto de 2025.- Un equipo de ingenieros ha propuesto Chrysalis, una nave interestelar concebida para transportar hasta 2 mil 400 personas en un viaje de unos 400 años rumbo a Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano.
El concepto, ganador del Concurso de Diseño del Proyecto Hyperion, describe un hábitat autosuficiente y modular capaz de sostener a varias generaciones hasta alcanzar el entorno de ‘Proxima Centauri B’, un exoplaneta de tamaño terrestre en la zona habitable de su estrella. La propuesta no es un plan de misión real, pero busca explorar con rigor qué haría falta para una travesía de siglos.
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El perfil del viaje parte de una escala colosal: unos 40 billones de kilómetros (≈4,3 años luz). Esa distancia resume el desafío tecnológico, económico y social de la idea. Por eso, Hyperion —una iniciativa de la Initiative for Interstellar Studies (i4is)— pidió a los participantes diseñar naves generacionales basadas en tecnología actual o de corto plazo, priorizando arquitectura del hábitat, organización social y resiliencia. Chrysalis se impuso entre propuestas de todo el mundo.
La estructura de Chrysalis mide 58 kilómetros de largo y adopta un esquema por capas “tipo matrioshka”: envolturas concéntricas con funciones distintas. En el núcleo se ubicarían granjas y biomas (desde bosques tropicales a boreales) para asegurar alimentos y biodiversidad; alrededor, espacios comunes —parques, escuelas, hospitales, bibliotecas—; luego, viviendas para núcleos familiares con sistemas de aireación e intercambio térmico; más afuera, un anillo industrial (reciclaje, farmacéutica, manufactura); y en la carcasa exterior, almacenamiento de materiales, equipos y maquinaria, con robots a cargo para reducir trabajo humano en zonas de más riesgo.
La gravedad artificial se generaría por rotación, con el objetivo de replicar la sensación terrestre y minimizar deterioro fisiológico.
El proyecto anticipa la vida a bordo como una convivencia de generaciones con sistemas cerrados de agua, aire, suelos y nutrientes. La producción de alimentos combinaría cultivos controlados de plantas y hongos con cría de insectos y pequeños animales, buscando una dieta diversa y estable en el tiempo.
La población operativa se mantendría en torno a mil 500 habitantes —menor a la capacidad total— mediante planificación de nacimientos. La administración del hábitat combinaría gobierno humano y apoyo de IA, pensados para preservar conocimiento intergeneracional, arbitrar decisiones complejas y detectar tensiones sociales antes de que escalen.
Antes de despegar, el plan contempla un largo periodo de adaptación: los primeros tripulantes vivirían 70 a 80 años en aislamiento —por ejemplo, en bases en la Antártida— para simular condiciones de confinamiento y forjar hábitos culturales compatibles con décadas sin horizonte visual ni estaciones tradicionales. Los autores sostienen que esa etapa sería clave para la salud mental y la cohesión de las generaciones que nacerán a bordo.
En el frente energético, Chrysalis depende de avances aún no disponibles a escala operativa: reactores de fusión para propulsión y suministro estable, y cadenas industriales en órbita capaces de construir la nave en 20–25 años. Son hipótesis ambiciosas, pero alineadas con el espíritu del concurso: identificar brechas tecnológicas y tensiones de diseño que guíen investigación e ingeniería en las próximas décadas.
El interés por Alfa Centauri no es nuevo. La NASA recuerda que el sistema triple está a poco más de cuatro años luz (≈25 billones de millas/≈40 billones de km) y que Proxima Centauri b —descubierto en 2016— es el exoplaneta potencialmente habitable más cercano, aunque su entorno presenta riesgos (llamaradas estelares, radiación, acoplamiento de marea) que complican la habitabilidad.
Incluso si Chrysalis nunca se construye, sus autores argumentan que ejercitar escenarios verosímiles —hábitats, salud, derecho espacial, gobernanza y cultura— ayuda a trazar una hoja de ruta para una futura presencia humana fuera del Sistema Solar.
(CON INFORMACIÓN DE: EXCÉLSIOR)