Tour de Cine Francés: El viñedo que nos une
Al viñedo familiar del que se ocupan sus dos hermanos menores, regresa Jean, el primogénito, después de diez años de ausencia, al enterarse de que su padre se encuentra gravemente enfermo. Enfrentados a la gran responsabilidad de manejar la enorme finca ante la inminente muerte de su padre, los hermanos lucharán no solo por mantener el legado familiar, sino por solucionar sus problemas.
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Morelia, Michoacán, 19 de septiembre de 2017.- Sin lugar a dudas, Cédric Klápisch es el cineasta más recurrente en la programación del Tour de Cine Francés, prueba de ello es que siete de sus trabajos han formado (hasta ahora) parte de la muestra itinerante. Es evidente que el cineasta ha crecido con el Tour. En su primera edición presentó la comedia Un aire de familia (Un air de famille, 1996), ahora veintiún años después, regresa con la comedia dramática El viñedo que nos une (Ce qui nous lie, 2017), largometraje de ficción número doce en su prolífica carrera. La cinta se estrenó en las salas parisinas recién en junio del presente año y se mantuvo durante cuatro semanas en el top 10, lo que habla de la buena recepción que tiene el cineasta francés en su país natal.
La película está ambientada en Borgoña región del noreste de Francia conocida por sus vinos. A ese lugar, en donde se encuentra el viñedo familiar del que se ocupan sus dos hermanos menores, regresa Jean, el primogénito, después de diez años de ausencia al enterarse de que su padre se encuentra gravemente enfermo. Enfrentados a la gran responsabilidad de manejar la enorme finca ante la inminente muerte de su padre, los hermanos lucharán no solo por mantener el legado familiar, sino por solucionar los problemas personales de cada uno de ellos.
El guión coescrito por el propio Klápisch, vuelve a tocar el tema central de su filmografía: las relaciones familiares. La madre del director es psicoanalista, tal vez esto explique en parte su interés en el tema, la forma en como la familia influye en el desarrollo de la personalidad y el establecimiento de lazos personales. En el caso del filme que nos ocupa, la mala relación del padre con el primogénito determina el alejamiento de éste último del lugar donde creció, al igual que dificulta su desempeño parental cuando le llega el momento.
Parte importante del desarrollo de la historia es el espectacular marco en el que se desenvuelven los personajes: los extensos viñedos borgoñeses. En ese sentido, el filme funciona como una especie de metáfora, tanto el vino como los conflictos personales requieren tiempo y un gran esfuerzo para solucionarse. Juliette (Ana Girardot), quien sufre para ocupar el lugar de su padre en el negocio familiar, Jérémie, el hermano menor que lucha para escapar de la influencia de sus suegros y Jean (Pio Marmaï), el mayor, cuyo rencor hacia su padre lo sume en la indecisión y le impide establecerse como hombre de familia.
A pesar de concentrarse en un lugar muy específico del territorio francés, Káplisch logra introducir, aunque en menor medida, otro de sus temas recurrentes: la globalidad. Jean, ha viajado por el mundo, tiene una pareja sudamericana que vive en Australia y se comunica con su hijo indistintamente en inglés y francés. Señalando con ello, la cada vez más frecuente mezcla de identidades locales en el mundo actual.
Por momentos, El viñedo que nos une se decanta por cierta melosidad y complacencia. Sin embargo, en conjunto resulta un filme bien construido, con eficaces recursos narrativos para introducirnos en el entorno familiar. El aspecto visual y sumamente descriptivo, casi documental del trabajo que se requiere en los encantadores viñedos franceses, complementa adecuadamente el trabajo de un sólido grupo de actores. Es un filme sobrio y elegante, adecuado para cerrar con dignidad una edición más del Tour de Cine Francés.