Obispos de México recuerdan legado cristero y afirman: Cristo es Rey
La CEM destaca que los mártires proclamaron con su vida la realeza de Cristo sobre todo poder humano
Morelia, Michoacán, 14 de noviembre de 2025.- A puertas de conmemorarse en 2026 el centenario de la Ley Calles, punto de partida de la ola de persecución religiosa más sangrienta contra los católicos mexicanos, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) rindió homenaje a los más de 200.000 mártires de la Resistencia Cristera, y recordó que ellos dijeron “con la vida lo que proclamaban con los labios: Cristo es Rey, no el Estado opresor; Cristo es Rey, no el dictador en turno que se envuelve en su soberbia”.
Así lo expresaron los obispos mexicanos en su Mensaje al Pueblo de Dios, titulado Iglesia en México: Memoria y Profecía — Peregrinos de Esperanza hacia el Centenario de nuestros Mártires, difundido este jueves 13 de noviembre.
El mensaje es fruto de la 119ª Asamblea Plenaria de la CEM, que se celebra del 10 al 14 de noviembre y que ha congregado en la sede de Casa Lago, en el Estado de México, a 121 obispos mexicanos.
Los obispos recordaron que “apenas unos meses después de la proclamación de la Solemnidad de Cristo Rey, en julio de 1926 entraba en vigor la llamada ‘Ley Calles’ en nuestro país, que desató la persecución religiosa más cruenta de nuestra historia. Es por ello que en enero de 1927, el pueblo católico, reprimido, inició el levantamiento armado conocido como la Resistencia Cristera”.
“¿Una casualidad? No, hermanos: Un acontecimiento providencial”, aseguraron los obispos.
La persecución contra los católicos en el México del siglo XX
La CEM se refirió así a la legislación conocida oficialmente como “Ley sobre delitos y faltas en materia de culto religioso y disciplina externa”, promulgada por el entonces presidente Plutarco Elías Calles. La normativa, que llevaba a un punto crítico las severas restricciones impuestas contra la Iglesia por la Constitución de 1917, establecía un férreo control contra los creyentes y los ministros de culto, bajo penas de multa y cárcel.
Entre otras disposiciones, la Ley Calles, que entró en vigor el 31 de julio de 1926, disolvía las “órdenes monásticas o conventos”, restringía severamente la labor pastoral de los sacerdotes, prohibía el ministerio en el país de presbíteros extranjeros, prohibía el culto público “fuera del recinto de los templos”, y expropiaba definitivamente todo edificio “construido o destinado a la administración, propaganda o enseñanza de un culto religioso”, que debía pasar “al dominio directo de la nación”.
La Guerra Cristera, como se conoció al enfrentamiento entre católicos y el gobierno laicista de Calles, culminó oficialmente en junio de 1929, aunque la persecución y los asesinatos contra creyentes continuaron. Las relaciones entre Iglesia y Estado no se restablecerían hasta 1992, cuando una reforma a la Constitución de 1917 y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público reconocieron la existencia jurídica de la Iglesia Católica.
¿Acostumbrados a “relegar la fe al ámbito privado”?
Los obispos mexicanos recordaron que “cuando el Estado totalitario intentó imponer su dominio absoluto sobre las conciencias, nuestros mártires comprendieron con claridad meridiana la centralidad de Jesucristo: morir gritando ¡Viva Cristo Rey! era afirmar que ningún poder humano puede reclamar la soberanía absoluta sobre la persona y la conciencia”.
“Queremos honrar hoy la memoria de los más de 200 mil mártires que entregaron sus vidas defendiendo su fe: Niños, jóvenes, ancianos; campesinos, obreros, profesionistas; sacerdotes, religiosos laicos; el México heroico de los cristeros que dieron su vida por una causa sagrada, por la libertad de creer y de vivir según su fe, todos ellos escribieron una página luminosa en la historia de la Iglesia universal y de nuestra patria”.
Para la CEM, “el centenario del 2026 no puede ser una mera conmemoración nostálgica. Debe ser un examen de conciencia y un compromiso renovado. Nuestros mártires nos preguntan hoy: ¿Estamos dispuestos a defender nuestra fe con la misma radicalidad? ¿Hemos perdido el sentido de lo sagrado? ¿Nos hemos acomodado a una cultura que quiere relegar la fe al ámbito privado?”.
El llamado a la unidad del Papa León XIV
Los obispos mexicanos también recordaron el reiterado llamado del Papa León XIV a la unidad en la Iglesia, y destacaron que sus palabras “nos interpelan porque sabemos que la unidad entre nosotros no es un dato garantizado, sino una gracia que debemos recibir y cultivar cada día con humildad y caridad fraterna”.
“Y queremos que ustedes sepan, hermanos y hermanas, que esta unidad entre nosotros es para servir mejor a la unidad de todo el Pueblo de Dios”, aseguraron.
“Vivimos en un país que anhela la paz y que necesita testigos creíbles de reconciliación. Y queremos que sepan, hermanos, que ese testimonio lo queremos dar juntos: pastores y pueblo, caminando unidos en Cristo”, añadieron.
Los 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe
La CEM tuvo también palabras para recordar la próxima celebración, en el año 2031, de los 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en México, y destacó que “Guadalupe es memoria de reconciliación”.
“En el siglo XVI, cuando dos mundos tan diferentes se encontraron en estas tierras, María se manifestó en el Tepeyac como puente entre culturas y razas, como Madre que acoge a todos sus hijos sin distinción. Guadalupe nos enseña que la unidad no se construye anulando las diferencias, sino reconociendo en cada rostro la imagen de Dios”, indicó el Episcopado.
“Guadalupe ha impulsado en otro momento de la historia los sentimientos de libertad de nuestro pueblo. Hoy debe ser también un signo de fortaleza para liberarnos de la violencia, la pobreza y la injusticia”, expresaron.
La migración y la violencia, “realidades que no podemos callar”
Luego los obispos, precisando que sus palabras no tienen “una posición política ni partidista”, aseguraron que no pueden “ser indiferentes ante el sufrimiento de nuestro pueblo. No podemos permanecer neutrales cuando está en juego la dignidad de las personas”.
“Nuestra Nación sigue bajo el dominio de los violentos”, denunciaron a continuación. “Vivimos tiempos difíciles, la violencia se ha vuelto cotidiana. Ese cáncer del crimen organizado que padecemos desde hace años ha extendido sus tentáculos a muchos rincones del país. Ninguno de los dirigentes que gobierna este país ha logrado erradicar este mal”.
Sin embargo, subrayaron, “no debemos tener miedo de hablar de lo que todos sabemos pero algunos prefieren callar”.
Al mismo tiempo, indicaron que “la migración forzada continúa. Miles de mexicanos se ven obligados a abandonar sus tierras, no solo por buscar mejores oportunidades, sino también por huir de la violencia. Y los que migran se encuentran con nuevas formas de violencia en el camino”.
“Por nuestro territorio cruzan miles de hermanos centroamericanos y de otros continentes, víctimas de extorsión, secuestro, trata y muerte”, denunciaron.
La defensa de la familia
El Episcopado mexicano advirtió también que “toda esta realidad preocupante comienza en la familia: una sociedad que no protege a la familia se desprotege a sí misma”, y lamentó los datos “alarmantes” que muestran un escenario de “familias desintegradas, violencia intrafamiliar y en ambientes escolares, adicciones que destruyen la vida de los jóvenes”.
Los obispos criticaron a continuación las políticas públicas que se implementan “sin un diálogo genuino con los padres de familia y los demás agentes de la educación”, mientras “se promueve, de manera sutil y, en ocasiones, de manera explícita, una visión antropológica ajena a la dignidad integral de la persona humana”.
Recordando el testimonio de los mártires, en el marco del Año Jubilar de la Esperanza que termina, los obispos aseguraron que “la esperanza cristiana no consiste en cerrar los ojos ante el mal, sino en mantenerlos abiertos reconociendo que Cristo ha vencido al mal con el bien. Solo reconociendo nuestros errores podemos corregirlos”.
(CON INFORMACIÓN DE: ACIPRENSA)




