Cartelera Retrospectiva: Enferma de mí
Signe y Thomas son una pareja que parece moverse en diferentes direcciones: él es un aspirante a artista conceptual que disfruta la emoción de hacer pequeños hurtos y ella es una apocada empleada de cafetería. Sin embargo tienen algo en común, su narcisismo.
Morelia, Michoacán, 12 de junio de 2023.-Signe y Thomas son una pareja que parece moverse en diferentes direcciones: él es un aspirante a artista conceptual que disfruta la emoción de hacer pequeños hurtos y ella es una apocada empleada de cafetería. Sin embargo tienen algo en común, su narcisismo, esa necesidad irrefrenable de ser el centro de atención. En estos personajes se centra la más reciente película de Kristoffer Borgli (técnicamente estamos hablando de su ópera prima, si no tomamos en cuenta un largometraje experimental que realizó hace algunos años), Enferma de mí (Syk pike, 2022), que por estos días se estrena en la cartelera después de pasar por la 73 Muestra Internacional de Cine.
En la cinta convergen estas dos historias. Thomas, un bon vivant, que roba muebles de diseño en las fiestas y costosas botellas de vino en restaurantes. El inesperado éxito de su obra magnífica el elevado concepto que ya tenía sobre sí mismo. Esto nos lleva a Signe, quien harta de sí misma, envidia la repentina atención que recibe su novio. Este hecho es el detonante de una descabellada competencia entre ambos para conseguir las miradas de un mayor número de personas.
Después de varios intentos fallidos para robar reflectores (interrumpiendo el discurso de su novio en una cena en su honor o la sesión fotográfica para una importante revista), Signe decide llevar las cosas al extremo. La joven toma inspiración de un incidente ocurrido en su trabajo: una mujer es mordida por un perro y al acudir en su ayuda, Signe queda empapada con la sangre de la víctima. En ese momento descubre el placer de ser observada, al grado que decide marcharse a casa exhibiendo los restos hemáticos en su ropa y cuerpo, paladeando los ofrecimientos de ayuda de los extraños que la abordan en la calle.
Signe decide ser víctima, para ello recurre a un antidepresivo descontinuado que provoca horribles úlceras en la piel para tomarlo en cantidades estratosféricas. A partir de ese momento la cinta se divide en tres etapas. En la primera de ellas, un pequeño sarpullido se convierte en una horrible hinchazón en su rostro, lo que la lleva al hospital, aunque rechaza cualquier intervención para evitar el descubrimiento de su condición autoinfligida. En un segundo momento la joven saca provecho de sus lesiones, comparte fotografías en sus redes sociales, consigue ser entrevistada para un medio local y hasta obtiene un trabajo en una agencia que se regodea de las singularidades físicas de sus modelos. En el tercer acto su condición empeora, sin que la protagonista obtenga la redención que cabría esperar.
Es evidente que el director noruego estuvo madurando la idea durante un tiempo, se pueden apreciar algunos esbozos incipientes en sus cortometrajes previos, los cuales están disponibles en internet. Kristoffer Borgli radica en California, cerca del epicentro cinematográfico de Estados Unidos, en donde la competitividad, el culto a la imagen y el narcicismo son lugares comunes. Y aunque buena parte del metraje está dedicado a la búsqueda de atención y a la exposición mediática, en el último tramo Borgli explora con ironía la reciente tendencia inclusiva en la moda, en donde la apertura se entremezcla con lo comercial, dando lugar a nuevas formas de explotación.
Pero esta no es una película de crítica y denuncia, tampoco sigue las reglas dramáticas de la comedia, en donde la protagonista debería aprender algo de su periplo. En cambio, sigue una narrativa dictada por la enfermiza necesidad de atención de sus personajes. Son varias las escenas en donde la cámara pasa rápidamente de Signe a Thomas, como si ambos reclamaran la mirada del espectador. Borgli juega acertadamente con el absurdo, las situaciones incómodas y grandes dosis de humor negro para darle vida a esta pareja tóxica, que es incapaz de ver más allá de una portada de revista o la pantalla de un teléfono celular.